Por Ernesto Sánchez
Una
cosa es la enseñanza que se recibe y otra es el aprendizaje que se
desprende de esa enseñanza. Como nadie nace aprendido siempre vamos a
necesitar de alguien que nos indique cómo hacer las cosas, pero la
semilla del conocimiento ya está en
nosotros.
Hay una facultad que es innata que es nuestra posibilidad de
saber. Esa posibilidad infinita de saber es la potencialidad pura que
está en nuestro espíritu.
Nacemos sabios pero no lo sabemos. Por ello tenemos que ir a la escuela para que nos ayuden a recordar. La creatividad también nace con nosotros que no es otra cosa que nuestra capacidad de hacer y crear a imagen y semejanza de quien nos creó.
Nacemos sabios pero no lo sabemos. Por ello tenemos que ir a la escuela para que nos ayuden a recordar. La creatividad también nace con nosotros que no es otra cosa que nuestra capacidad de hacer y crear a imagen y semejanza de quien nos creó.
El
núcleo de la creatividad es el amor infinito, lo que nos convierte en
demiurgos. Porque cuando amamos, lo que hacemos con profundo amor,
queda emparentado a la totalidad del universo armonioso del que
formamos parte. En las manos de la creatividad, la autenticidad y la
innovación, lo ordinario se trasmuta en extraordinario, y lo simple de
nuestra existencia inmediata, quedará transformado en el goce infinito
de la poiesis, es decir, de la Creación.
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