Por Ernesto Sánchez
Muchas veces oímos decir que alguien es un buen comunicador
porque tiene el poder de la palabra, porque convence, persuade y porque es
capaz de hablar por muchas horas y nosotros nos embelesamos escuchándolo.
Efectivamente puede ser así, hay personas que tienen ese don. ¿Pero es eso
comunicación? La comunicación es fundamentalmente diálogo. No monólogo. M.
Kaplún decía que la comunicación no es un asunto de emisor y receptor, sino de
seres humanos que comparten experiencias, saberes y sentimientos...
La comunicación para que sea efectiva debe ser afectiva. Y
para ser afectiva hay que empezar aceptándonos y para aceptarnos hay que
reconocernos y valorarnos, si no, no hay diálogo posible. Y si no hay diálogo,
no es posible el encuentro con lo que hay de verdadero en cada uno de nosotros.
-Maestro, cuáles son las virtudes principales que nos lleva
a la verdad y a la sabiduría.
-Hijo, saber escuchar, no hablar y no dejarse arrebatar por
la ira. Si escuchamos atentos, nuestra mente se abre al aprendizaje, y por lo
tanto, sabremos comunicarnos y comprender mejor al otro. Saber comunicarse bien
es no hablar sino lo necesario; recuerda que un buen maestro enseña sin
palabras. Y en cuanto a la ira, ésta es una emoción que obnubila la mente;
cuando caemos en ese estado se hace imposible escuchar la voz de Dios que viene
de lo más profundo de nuestro corazón y del corazón de aquellos con los cuales
nos relacionamos.
Y volviendo a Mario Kaplún, él sostenía que definir bien la
comunicación equivale a decir en qué clase de sociedad queremos vivir… Porque
definitivamente somos seres que no hacemos otra cosa que comunicamos los uno
con los otros, porque simplemente es esa nuestra esencia; de lo contrario estamos
corriendo el riesgo de deshumanizarnos y perder nuestra condición de seres para
la vida, para el encuentro, la amabilidad, la convivencia y la felicidad.
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